viernes, 27 de febrero de 2015

ENTREVISTA: Angela Ávalos: Un noble corazón que comunica salud y nos comparte su vida.

Ángela Ávalos, en la fotografía acompañada de su padre. 

Ángela Ávalos es periodista en el periódico La Nación y por años ha escrito sobre temas de salud. Recientemente también nos deleita con un blog muy leído, El Peso del Peso , mediante el cuál, con una sabrosa sinceridad, nos abre su vida, nos relata sus vivencias. 

Pero más allá de su profesionalismo, que le reconocemos muchos, Ángela es una persona noble.  Un corazón diáfano, que según sus propias palabras continúa proceso de construcción.  

Le invito a aprender de ella en esta entrevista! 


¿Quién es Ángela Ávalos? 

Ángela Ávalos es mujer, hija, hermana, amiga, ciudadana, periodista. 

¿Qué es comunicar? 

Es poner en común: información, sentimientos, acciones, ideas, pensamientos. Poner en común significa compartir con otros. Es una habilidad inherente al ser humano y, en general, a todo lo que nos rodea porque absolutamente todo comunica, hasta el silencio más penetrante. 

Periodismo y salud ¿cuándo surgió la combinación? 

Fue una causalidad: mi colega, amiga y maestra, María Isabel Solís Ramírez, dejaba La Nación, en donde había destacado como pionera en el periodismo en salud en el país. Yo la reemplacé. La 
causalidad se fue transformando, con el tiempo, en compromiso y pasión.

La precisión es una condición indispensable en el periodismo, pero imagino que requiere un doble esfuerzo cuándo se trata de comunicar de un tema cuya terminología es bastante ajena a la de un periodista ¿cómo supera un periodista el reto de hablar con propiedad  sobre algo que no es su especialidad?

En un primer momento, se trata de aceptar y reconocer lo que uno no sabe o domina, con humildad, frente a la fuente y frente al lector. Luego, asumir con responsabilidad un área del conocimiento humano y prepararse para conocerla. En lo personal, he leído mucho y asistido a cursos que me han formado. También busqué fuentes que, además de suministrarme información, tuvieran la actitud y la aptitud para orientarme en temas que no eran de mi absoluto dominio. Nunca, nunca se termina de conocer o dominar un tema. 

Imagino que por la dimensión social del tema, el impacto provocado por sus publicaciones le habrá dejado un buen sabor de boca. ¿ podría compartirnos alguna historia de esas que hacen valer la pena cualquier esfuerzo para publicar un reportaje?

En más de 20 años de carrera, son incontables los rostros que me evocan historias. Sin duda, entre los que más me han marcado está la tragedia con sobreirradiación con cobalto, de 1996. Un grupo de 117 enfermos de cáncer de todo el país fueron sobreexpuestos a cobalto 60 por un supuesto error de calibración. Hablar con cada uno de ellos en los primeros momentos fue duro. Conocerlos y saber que iban muriendo como resultado de su enfermedad de fondo o de las secuelas de la sobreirradiación, dolió. Todavía hoy, Juanita, una de los cinco o siete sobrevivientes del grupo, me sigue llamando. Está medio sorda pero toma el tiempo para llamar y contarme cómo va su vida. 

Otra historia, por dolorosa también, la tengo presente como si hubiera ocurrido ayer, pero sucedió el 12 de julio de 2005, en el Hospital Calderón Guardia. Un incendio provocado mató a 17 personas, entre ellas, a un vecino muy querido. Recuerdo escuchar entre sueños el ruido de las sirenas (vivo en Llorente de Tibás). Una llamada, alrededor de las 4 a.m., me despertó. Era mi colega, Irene Vizcaíno: “Angelita, se quemó el Calderón. Hay 9 muertos”. El corazón se me paralizó pero la adrenalina me hizo levantarme de un brinco y así, apenas vestida y en chancletas, agarré el carro, manejé a toda prisa, estacioné frente al INS y empecé a correr como loca la cuesta que va a dar al hospital. Imposible olvidar cómo aún bajaban pacientes en bata huyendo del incendio, que se había iniciado alrededor de las 2 a.m. Horas después, las imágenes de los bomberos llorando, sentados en un caño. Los relatos de los sobrevivientes. La pregunta, como un grito, de mis vecinos cuando me vieron: “Angelita, mi papá estaba internado ahí. ¿Me podés averiguar algo de él?”. Don Alfonso había muerto y creo que un poco de nosotros se fue con él y con los enfermos que perecieron por la negligencia institucional. 

¿Más historias? Quizá la cobertura del Huracán Mitch, que me hizo trasladarme a Nicaragua un mes después de una de las peores tragedias naturales. Estuve a los pies de lo que antes había sido un volcán, el Casitas. El volcán se convirtió en una inmensa bola de lodo que arrasó todo a su paso en Chinandega. Todavía estaba “el gordo Alemán” de Presidente. Un mes después, entre el barro reseco, agrietado, se olían los muertos que causó esa tragedia.  

Me encantaría que me compartiera sobre su experiencia como bloguera. Su Blog es muy leído. Cuándo y cómo surge, qué la inspira?

Surgió hace bastantes años, pero la primera vez que lo propuse nadie me  puso atención. Mejor. 

Ese no era su momento. Lo tenía planeado casi como un reto “in vivo” para contar qué y cuánto hacía para bajar de peso. Por dicha no me pusieron atención en ese momento. Fue hace poco más de un año que se lo presenté a la entonces directora de La Nación, Yanancy Noguera, y a ella le gustó la idea, transformada con el paso del tiempo: hablar sobre qué significa ser gorda. El nombre se lo puse yo misma y hace alusión a los diferentes “pesos” que llevamos encima los obesos y cuánto padecemos por ellos. Es, básicamente, un relato de vida porque, como bien lo dice el blog, quién mejor que un gordo puede hablar sobre lo que la gordura impacta en su vida. Y así lo he hecho, con absoluta franqueza. Reconociendo mis motivaciones, mis caídas, y mi actual proceso: enflacar de adentro hacia afuera eliminando muchas de las valijas que cargamos innecesariamente. La franqueza ha sido extrema para algunos, como reconocer el impacto que me causó verme desnuda y gorda frente a un espejo, o admitir que alguna vez adelgacé solo para que un muchacho me volviera a ver y nunca lo hizo. La primera historia me permitió desarrollar el tema de la autoimagen y la segunda el de las motivaciones equivocadas. También he reconocido, públicamente, que yo no era gorda cuando estaba más joven pero me sentía gorda. Son historias del día a día, de la cotidianidad de una persona que enfrenta una enfermedad como la mía, porque la obesidad es una enfermedad de alcances globales. 

He escrito, por ejemplo, sobre  los riesgos de la grasa visceral, sobre  la importancia y la forma de crear nuevos hábitos, y también he sido franca para reconocer que las libras perdidas las volví a recuperar por el poder de las emociones como trasfondo para muchos de quienes padecemos de sobrepeso y obesidad. De la gente he recibido de todo, la mayoría son reacciones de identificación con mis posts, pero también alguna que otra regañada por lo que consideran falta de disciplina y fuerza de voluntad. Pero a todos les agradezco que me escriban y me hagan saber lo que piensan. De hecho, ya varios de los mensajes que me han llegado me han servido para nuevos posts. La historia se sigue tejiendo…

Desde el punto de vista técnico cuáles consejos daría a blogueros principiantes para ser exitosos en este ámbito. 

Lo técnico no tiene mucho secreto. En el caso de mi blog, tengo la ventaja de estar en una plataforma como la de La Nación, pero cualquiera que quiera hacer un blog puede encontrar en Internet los consejos básicos desde el punto de vista técnico. 

Lo que quizá es más importante es ser consecuente con lo que se ofrece al lector. En mi caso, yo ofrezco una experiencia de vida, con la cual pueden o no haber personas que se identifiquen. Es importante, también, mantener cierta frecuencia: si hay alguien que te sigue, esperará el próximo post en una semana, o dos veces a la semana, o como lo hayás ofrecido. Sí es importante escribir lo más frecuentemente posible para no perder vigencia. Responder algunos mensajes que te envíen también refleja el interés tuyo por cada historia. Yo soy una que animo a la gente a continuar en el camino de búsqueda de la salud. 

Desde su perspectiva de comunicadora, nos brindaría un consejo que nos ayude a todos (as ) a entendernos mejor.  

Quizá hace unos cinco años empecé a autodescubrirme. Tengo 43 años y estoy en ese proceso de conocer quién soy yo. Quién es Ángela. En paralelo, me enamoro de cuanta cosa voy descubriendo de mí misma porque mi meta es quererme tal cual yo soy. Para mí, ese es el principio de prácticamente cualquier cambio. 

Lo dice uno de los mandamientos: amen al prójimo como así mismo. Y “así mismo” va primero.  Ese sería mi primer consejo: inicie la gran aventura de conocerse a sí mismo, de aceptarse tal cual es y amarse. Pero genuinamente. Esto conducirá a lo otro, de manera natural: la pérdida de poder de los otros sobre uno mismo, el abandono de la tiranía del qué dirán, y la enorme posibilidad de abrir el corazón a las inacabables posibilidades que tiene el ser humano y que aún le son desconocidas. 

Como comunicadora: aprenda a escuchar a su corazón, a su cuerpo. Abra los ojos y perciba ese lenguaje corporal que dice más que mil palabras. Afine su capacidad de percibir y se llevará sorpresas que lo convertirán en un mejor ser humano.

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